Primeros estudios
Marte Rodolfo Gómez Segura nació en Reynosa, Tamaulipas, el 4 de julio de 1986, sus padres fueron Rodolfo Vidal Gómez, militar de profesión, y de Esther Segura Gömez. Inició la instrucción primaria en Reynosa, Tamaulipas: pero por la vida militar que llevaba el coronel Rodolfo Vidal Gómez, se vio obligado a continuarla en diversos planteles del país, hasta finalmente concluirla en la ciudad de México, en la Escuela Anexa a la Normal de Maestro, considerada la mejor de su tiempo (cursó del 4º al 6º año).
Por cierto, la preocupación de Rodolfo Vidal por educar a su hijo, lo llevó a encomendarle a su esposa la organización de una escuela particular para enseñar a leer a Marte y a niños de Reynosa, pues en su ciudad natal no existían escuelas. Así, los esfuerzos realizados por los padres de Marte para sentar las bases educativas para futuros estudios, pronto fueron ampliamente compensados,al obtener éste buenas calificaciones, diplomas y premios1 e ingresar en 1909 a la Escuela Nacional de Agricultura (ENA), ubicada en San Jacinto, Popotla, (Ciudad de México).
Habiendo concluido la instrucción primaria a los 13 años, se inscribió en la ENA, en la Carrera de Ingeniero Agrónomo Hidráulico (especialista en la construcción de obras de irrigación), misma que tuvo que suspender al clausurarse la Escuela. Reanudó sus estudios en 1916 en el Ateneo de Ceres, en donde se graduó en 1917, a la edad de 21 años.
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*Profesor-Investigador del Departamento de Preparatoria Agrícola y miembro del Programa de Investigación en Historia del Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas de la Agroindustria y la Agricultura Mundial (PROHI-CIESTAAM) de la Universidad Autónoma de Chapingo.
1James Wilkie y Edna Monzon de Wilkie.México visto en el siglo XX. Escritos de Historia Oral. México, Ed. Instituto de Investigaciones Económicas de México, 1969, pp. 75-76.
La disciplina casi militar que le fue impuesta a Marte R. Gómez en su niñez y pubertad fue importante para acometer con éxito las tareas que le deparaba el destino.
Los riesgos de la profesión y la posibilidad de perder la vida en cualquier momento, aunado a su sentido de responsabilidad de ser jefe de la familia, obligó al coronel Rodolfo Vidal Gómez a educar a su hijo único con una estricta y férrea disciplina. Al respecto, Marte R. Gómez dice:
… mi padre parecía tener la premonición de que me dejaría huérfano pronto. Él me educó con una gran disciplina y con mucha severidad me hacía ejecutar cosas que aparentemente excedían mi capacidad física y mental. Por ejemplo, él se empeñó en que yo tuviera una educación física estricta e higiénica. La costumbre del baño frío me la impuso todos los días2...
A los cinco años de edad montaba yo a caballo en pelo y saltaba los mismos obstáculos que los oficiales que se adiestraban en la Primera Reserva, de la que mi padre era instructor, o en los grupos de salto de obstáculos del contingente militar, que mi padre también preparaba. Y a los 11 años tenía que correr 6 kilómetros, a paso gimnástico, antes de ir a la escuela - cuando la educación física de nuestras juventudes no era muy metódica - y quehacer también en casa, por la tarde, los ejercicios que mi padre me prescribía y a los cuales prestaba yo mayor atención que a mis tareas escolares3...
Con la formación legada por su familia en la que era fundamental la convivencia de predicar con el ejemplo – su padre lo hacía hasta el extremo sacrificio –
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2 Ibídem. p. 77, Ver también Marte R, Gómez. Anecdotario de San Jacinto. México, Ed. Librería Manuel Porrúa, 1958, p. 89.
3 Marte R. Gómez, Anecdotario… op. cit. p.89
Marte R. Gómez se presentó el 22 de febrero de 1909 a estudiar a la ENA. Su temple fue puesto a prueba a temprana edad; por primera vez se separaba de su familia. Aunque le invadió la depresión por el alejamiento del hogar, se sentía liberado de la rígida tutela paternal, lo que le permitió moverse con relativa libertad dentro de los reglamentos no muy estrictos del internado4.
Durante el primer año de estudios, Marte recibió otra gran lección que más tarde lo ayudaría a terminar la carrera y a conducirse responsablemente por el resto de su vida. Resulta que le gustaba la natación; en varias ocasiones, después de pasar lista de presente en la materia de Álgebra, que se daba en el primer semestre del primer año, buscaba una oportunidad para escaparse de clase e irse a nadar al tanque que tenían dentro de San Jacinto.
Al término del semestre, en junio, Marte presentó sus exámenes como el resto de sus compañeros: pero al recibir las calificaciones se encontró con que el maestro de la materia de Álgebra, Arturo A. Lamadrid, le puso “repite el curso”. Estaba preocupado y comparó su examen con los de otros compañeros, viendo que sus respuestas le permitían acreditarla, compungido y lloroso le reclamó al maestro su proceder, porque pensó que se había confundido al evaluarlo, a lo cual el profesor le respondió:
… su examen no fue malo como usted dice y con esa prueba a otro lo hubiera yo pasado. Pero usted se me salió de la clase, no estudiaba regularmente, es de los que creen que se viene a las escuelas a divertirse; a esta clase de alumnos, ningún verdadero profesor los ayuda5...
A partir de ese momento Marte asistió puntualmente a clase, y siempre ocupó la primera fila del salón. Lección que le permitió retomar el camino de la disciplina por el estudio; sin embargo, a pesar de su esfuerzo por acreditar la materia, apenas obtuvo un bien y dos medianos -de “panzazo”, afirmó Marte.- Mucho tiempo después, cuando recordaba este constructivo pasaje de su vida, decía del Maestro Lamadrid:
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4 Ibídem, p. 17.
5 Ibídem, p. 20-21
"Cuando fui director de San Jacinto y de Chapingo, cuando fui Ministro, se me llenaba la boca llamándolo “Maestro” y lo fue mío en el verdadero sentido de la palabra, porque me hizo entender lo que significaba la disciplina en el estudio y el valor de la perseverancia en el trabajo. Aquellos “dos medianos”, los únicos de mi carrera, fueron decisivos para que al cabo de los años me recibiera."6
La educación que le diera su padre, aunque explicable, no fue del todo adecuada, porque generó un niño precoz con un instinto de agresividad que, según Marte, no traspasó los umbrales de la adolescencia7. Sin embargo, Marte aseguraba que esta educación fue fundamental para templar su carácter y afrontar los golpes de la vida: como el sufrir la pérdida de su padre, acaecida el 20 de octubre de 1913, justo antes de presentar sus exámenes.
La irreparable pérdida le afectó emocionalmente; sin embargo, su grado de madurez, a los 17 años, le permitió superar el problema, presentar exámenes finales y aun inscribirse para cursar el año escolar de 1914. Cumpliendo así los deseos de su padre, quien antes de partir a la que sería su última misión militar con el ejército federal, le escribió en una postal lo siguiente:
La situación que padeció el país no pasó desapercibida en San Jacinto; por el contrario, estos acontecimientos también involucraron a estudiantes, profesores y autoridades de la Escuela, que finalmente arrastraron a Marte a la revolución iniciada en el año de 1910. En 1911 estalló una huelga estudiantil que exigía la destitución del Director de la ENA, el Ing. Basilio Romo; pero, después de varios días de movilizaciones, la huelga concluyó reclamando -junto con estudiantes de otras escuelas- la renuncia del Presidente de la República.9
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6 Ibídem, p. 24 En el Reglamento Interior de la Escuela Nacional de Agricultura, del 15 de abril de 1856 (ya citado) en su artículo 131, se señala que los grados de calificación serán: Sobresaliente, Muy bien, Bien, Cero.
Por lo expuesto por Marte R. Gómez se continuó calificando con letras pero se agregó un Mediano, que para Marte significaba pasar de “panzazo”.
7 Ibídem, pp. 89-90
8 James Wilkie y Edna Monzon de Wilkie. México., op., cit. p. 77.
9 Ramón Fernández Fernández. Chapingo hace 50 años. México, Ed. C.P., 1991, p. 59.
Otro hecho importante que indignó a los estudiantes fue el fusilamiento de rebeldes en mayo de 1914, que se realizó en el polígono de tiro de San Jacinto. A partir de entonces varios alumnos empuñaron sus armas en los distintos campos de batalla en contra de Victoriano Huerta y Félix Díaz.
Por las carreras de carácter agrícola que se cursaban en San Jacinto, los estudiantes fueron invitados por los ejércitos revolucionarios para formar las comisiones agrarias encargadas de restituir o repartir tierras. Al respecto, nuestro personaje explicaba:
"La primera comisión agraria que organizó la Revolución fue la que salió al Estado de Chihuahua, bajo las órdenes del ingeniero Bonilla, que había sido Secretario de Fomento, durante el gobierno maderista. Formaron parte varios alumnos de la ENA, y de ellos usted conoce a Gilberto Fabila, Waldo Soberón, Francisco Terminel, Miguel Yépez Solórzano.
Las segundas comisiones agrarias que salieron de San Jacinto fueron las que, por orden del Ministro de Agricultura , general Manuel Palafox, operaron en el Estado de Morelos; formaron parte de ellas: Alfonso Cruz, Francisco García Robledo, Gaspar Garza Lara, Carlos Soto, Bartolomé Lugo.
Estuvo también en Morelos, pero no en las comisiones agrarias, sino frente al Ingenio del Hospital Ernesto Martínez de Alba.
La tercera comisión agraria relativamente numerosa, de la cual formaron parte alumnos de la ENA, fue la que salió del Estado de Sonora y de ella formaron parte Juan de Dios Bojórquez, Apolonio R. Guzmán, Miguel Yépez Solórzano que se incorporó de Chihuahua, Francisco García Robledo, que ya se había dado de baja de las fuerzas constitucionalista, Enrique G. de Nájera y Luis L. León que había dejado sus aficiones taurinas y que sería el que más destacara dentro del grupo sonorense.
En Tamaulipas merece citarse Ramón Corral Soto.
Mi asistencia técnica era más bien escasa como secretario de la Agraria, luego Fausto Rodríguez, al que le gustaba más empinar el codo que andar midiendo tierras10.”
Marte R. Gómez y otros estudiantes acordaron prestar sus servicios como agrónomos en el Gobierno de la Convención que a principios de 1915 evacuaba la ciudad de México.
Se fueron a dormir a su Escuela por unas horas, para posteriormente dirigirse a Morelos, donde ya lo estaban esperando.Ese día, todos pasaron momentos difíciles. Al respecto, el ingeniero Marte R. Gómez escribió:
"Yo estaba sin desayunar, jalamos de la cama el sarape, nos echamos al hombro la maleta en que habíamos acomodado nuestro modesto equipaje de campaña y nos fuimos a recibir órdenes al Ministerio de Fomento que, como alumnos antiguos de San Jacinto, nos era ya familiar.
Dando fuertes aldabonazos y patadas, sin embargo, nos hicimos abrir. Después, sin que nadie intentara detenernos, nos encaminamos a los almacenes de la Dirección Agraria y sacamos, sin recibo en regla, teodolitos, estadales, cintas, balizas, con todo ello a cuestas, caminamos a pie por las calles desiertas, seguimos por 5 de mayo y llegamos a la plaza de armas al filo de las 15 horas, al tiempo también de que por la de entonces calle del Reloj se escuchaba el tiroteo y desembocaba por el costado del palacio un grupo de zapatistas, que todavía con los fusiles en mano, pero dándoles toda la rienda a sus cabalgaduras desaparecieron en dirección a Tlalpan.
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-10- Gómez, Marte R. Las Comisiones Agrarias del Sur, CEHAM. p. 66
Nos dirigimos a Xochimilco, donde tampoco encontramos nada que comer, pero puesto que se escuchaban rumores en el sentido de que los yaquis del general Obregón, avanzaban sobre nosotros, tomamos la determinación de emprender inmediatamente la marcha con destino a Cuernavaca11.
Varias fueron las influencias para que los estudiantes participaran en las Comisiones Agrarias del Sur. Una de ellas fue la del profesor de la Escuela de Agricultura, el Ingeniero Ignacio Díaz Soto y Gama, hermano de don Antonio de los mismos apellidos, quien tuvo un papel importante dentro del zapatismo. Otra persona que colaboró a tal fin fue Alfonso Cruz, como lo señala Marte R. Gómez:
"El contacto personal que facilitó nuestra incorporación a las Comisiones Agrarias del Sur, lo estableció nuestro compañero Alfonso Cruz, que se inscribió en nuestra escuela en 1905, pero que movido por la inquietud, o empujado por la necesidad, abandonaba sus estudios de vez en cuando para irse a trabajar y acabó incorporándose, finalmente, a la generación de que formo parte, la de 1909. Y la más importante fue la carta que envió el general Emiliano Zapata al alumno Alfonso Cruz para que apoyaran con el deslinde y el reparto de tierras en beneficio de los campesinos del Sur.
A Cruz no le costó trabajo convertirse en el personaje de confianza, encargado de hacer la selección de alumnos de agricultura, que deberían formar parte de las nuevas Comisiones Agrarias. Según él mismo dijo, lo asesoraron los ingenieros Virgilio Figueroa y Juan E. Contreras, los dos distinguidos agrónomos, queridos maestros y hombres de ideas revolucionarias.
El ingeniero Adalberto Hernández, que acababa de ser nombrado Subsecretario de Agricultura firmó nuestros nombramientos con fecha 23 de enero de 1915. El mío rezaba que había sido designado "Ayudante de la Comisión Agraria para el Distrito de Yautepec en el Estado de Morelos".
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11Marte R. Gómez. Las Comisiones., op., cit., p. 23.
Fue, como remuneración, el nombramiento más modesto que tuve pero sigue siendo, hasta la fecha, uno de los que más me honraron12.
Cuando Emiliano Zapata difundió su lema "Reforma, Libertad, Justicia y Ley" en su famoso Plan de Ayala y conforme al cual los terrenos, montesm y aguas usurpados por los hacendados "científicos" y caciques a la sombra de la tiranía, pasarían a ser de los pueblos o de los ciudadanos que legítimamente les correspondían. Los agrónomos decidieron poner en práctica sus conocimientos para apoyar la causa.
Como se recordará, la lucha zapatista por reconquistar sus tierras tiene profundas raíces históricas; por ejemplo: la existencia del régimen de haciendas, el despojo de terrenos a las comunidades y pueblos, malos tratos a los peones, la tienda de raya, falta de libertades, la represión durante la dictadura de Porfirio Díaz, son unas de las causas del levantamiento armado. Respecto de las haciendas, el Ingeniero Gómez apunta:
"La gran concentración territorial permitió en México una agricultura primitiva, sin irrigación, y sin trabajo intensivo; la falta de irrigación, vicio de la hacienda, es el arma con la que la hacienda se defiende ante la imposibilidad de que una familia campesina pueda vivir con el fruto de cuatro o cinco hectáreas, en que la cosecha queda sujeta a la merced del cielo. En los tratados de irrigación nos enseñaron que la lluvia es un mal sustituto del riego y el auge de sistemas de irrigación como el de San Martín nos enseña que después de haber dotado de tierra a todos los pueblos, nos debemos lanzar a la conquista de nuevas tierras, haciendo que se construyan obras de irrigación y que se rescaten hectáreas por decenas de millares y que se instalen campesinos por centenares de millares"13
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12Ibidem, p.21.
13 Marte R.Gómez. Vida política contemporánea, cartas de Marte R. Gómez. T. I. Ed. FCE, México, p. 458.
El pensamiento agrario radical de Marte R. Gómez consistió en apoyar el reparto de tierras bajo los principios del zapatismo, repartir las haciendas a los campesinos en apoyo a la Revolución, como una respuesta de justicia social que los campesinos reclamaron. Por eso la gente entendida de México dijo siempre que la paz en el campo no podría lograrse sino dando tierras. Contra las mejores fuerzas que se mandaron a combatirlo, el zapatismo sobrevivió en el estado de Morelos y en otras regiones aún después de la muerte de Zapata y otros de sus generales.
En 1916 el Ingeniero Gómez fue comisionado a Yucatán, primero en Umán, pasó después a Campeche, en donde se desempeñó desde auxiliar de campo hasta encargado de la Delegación, teniendo una destacada participación. En esa época solo tenía veinticinco años. Sobre este asunto el propio ingeniero lo explica así:
"Buena parte de los ejidos de Campeche me tocó también a mí medirlos. Cuando llegó el Güero Gutiérrez, José Gutiérrez López, tuve poderoso auxilio, y no solo en el campo, sino en el gabinete. Conservo todavía varios de aquellos planos que medí sudando a chorros sobre el terreno, y que después Gutiérrez López dibujó en su restirador.
Yo me puse a dar tierras y choqué inmediatamente con el Gobernador Palenciano, que no le tiraba por ese lado, cosa por lo demás curiosa, porque en México el Secretario de Agricultura Antonio I. Villarreal, se perfilaba como el hombre fuerte del Partido Liberal Cooperativista, y toda su fuerza política la derivaba del radicalismo de sus convicciones revolucionarias y de su esforzado agrarismo. Algunas de mis mayores pruebas de fuego las tuve al dar mis primeros ejidos definitivos.
Caso típico fue el Conkal, en el que resultaba afectado Don Manuel Zapata Martínez, que era de los henequeneros más acomodados y representativos.
La víspera de la posesión definitiva, alguien me ofreció $50,000 pesos con tal de que yo no asistiera personalmente a firmar el acta de posesión. Lo rechacé naturalmente, y fui a la ceremonia. Se originó un amparo que fue famoso en Yucatán y que me obligó a redactar un informe que me mandó el juzgado del Distrito, y en el cual a mi buen saber y entender cabía para defender a los ejidatarios de Conkal. Durante mi primera actuación en Yucatán fue cuando se nos presentó el viaje al Sureste como única alternativa para perdonarnos el pecado original de haber formado parte de las Comisiones Locales Agrarias de Morelos"14.
El Movimiento zapatista fue ejemplar principalmente porque nunca se sometieron a ningún gobierno y esto lo reconoce el general Álvaro Obregón:
"Los zapatistas se levantaron en armas pidiendo tierras, y a pesar de no haber obtenido grandes triunfos militares, nilibrado batallas espectaculares, nunca han sido vencidos. No los derrotó el general Díaz, ni los derrotó Madero, ni los derrotó Carranza. Si yo tratara de combatirlos me estrellaría ante idéntico fracaso, porque es todo un pueblo el que está levantado en armas y cada uno de los habitantes de Morelos, está movilizado contra lo que llaman "gobierno".
Combatirlos con las armas pues, sería cruel e inútil y, además. implicaría gastos crecidos: costaría mucho menos darles tierras, y yo se las voy a dar15."
Experiencias en las comisiones agrarias zapatista y luego constitucionalistas que fueron fundamentales en la vida de Marte: porque por primera vez en su vida dejó la ciudad para trabajar en el medio rural, conociendo y padeciendo la cruda realidad del campo mexicano de principios de siglo, y porque se dio cuenta de que los estudios realizados en San Jacinto no ayudaban mucho a resolver los problemas agrarios.
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14 Marte R.Gómez. Las Comisiones ... op. cit., p. 33
15Ibidem. p. 58.
Al descubrir, en el estado de Morelos, el drama agrario de México que sería el eje de la economía rural que tendríamos que practicar en nuestra vida profesional y que nos pondría su sello, haciendo de nosotros la generación de agrónomos agraristas, sufrimos un tremendo choque, se nos revelaba cuán lejos estaba lo que veíamos de lo que nuestros profesores nos enseñaron…16
Concluye sus estudios
Al regresar al sureste del país de la Ciudad de México, Marte encontró que sus compañeros estudiantes que estuvieron en comisiones agrarias con Venustiano Carranza en Veracruz, ante la imposibilidad de continuar sus estudios en la ENA con apoyo oficial, organizaron y fundaron el Ateneo Ceres, ubicado en el centro de la Ciudad de México, institución que inició sus clases el 10 de febrero de 1916.
En él se inscribieron Marte y otros alumnos que habían ingresado a la ENA en 1909 y en 1910; les faltaban uno y dos años para terminar, respectivamente. Su primer representante (que realizaba las funciones de Director) fue el alumno Delfino Briseño Ortega, quien después de haber desempeñado su cargo por un breve tiempo, cedió su lugar a Marte R. Gómez, quien promovió y obtuvo el reconocimiento oficial de los estudios realizados en el Ateneo. Marte terminó su carrera y se graduó el 15 de septiembre de 1917 como Ingeniero Agrónomo Hidráulico.
La fortaleza del espíritu del ingeniero Gómez lo llevó a sortear numerosos imponderables y cumplir parcialmente el deseo de su padre: había concluido su carrera y había sido útil a su país al participar en las Comisiones Agrarias de Morelos y Yucatán.
Pero apenas empezaba su vida profesional: su futuro le deparaba más aprendizajes y compromisos que finalmente le convirtieron en el maestro e ideólogo de la política agrícola del país.
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16 Marte R. Gómez. Episodios de la vida de la Escuela Nacional de Agricultura, México, Ed. C.P., 1976, p. 219.
Su participación en las Comisiones Agrarias lo ubicaron dentro de la corriente agrarista, corriente radical que había aglutinado a agrónomos egresados de la ENA y de la Escuela de Agricultura Hermanos Escobar de Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua; dicha corriente giraba en torno de dos aspectos fundamentales para desarrollar el campo mexicano: impulsar la reforma agraria y luego promover la revolución agrícola. Así el reparto agrario pacificaría al país y consecuentemente eliminando al latifundio se eliminaban las trabas del desarrollo del campo.
En defensa del ejido
Después de haber trabajado en las comisiones agrarias en 1917, ya como Ingeniero Hidráulico en ejercicio de profesión, trabajó como colaborador del Ing. Fortunato Dosal en la Hacienda La Llave, ubicada en el estado de Querétaro, donde se encontraba una presa hidroeléctrica que requería incrementar su volumen de agua, para lo cual debía subir un metro de altura la cortina de la presa, para generar más corriente.
En ese mismo año ingresó a la Comisión Nacional Agraria, en la que laboraba el ingeniero Dosal; fue escalando puestos y pasó de Auxiliar de Campo a Director Auxiliar.
Así como me tocó, modesto topógrafo, medir los primeros ejidos en 1915, así me tocó también jefaturar la brigada de ingenieros que, como Director Auxiliar de la Comisión Nacional Agraria, habrían de proyectar las dotaciones de tierras y aguas que dieron lugar a las resoluciones presidenciales que firmó el general Álvaro Obregón, ejecutor testamentario de los ideales de Emiliano Zapata. 17
El trabajo desempeñado como Director Auxiliar, le hizo comprender que no se podían continuar entregando ejidos y olvidarse de ellos, porque de inmediato los campesinos caen en las garras de los agiotistas: alquilando bueyes y adelantando semillas a cambio de altos intereses.
Esta situación lo llevó a ponerle al Lic. Miguel Mendoza López, Secretario General de la Comisión Agraria, la creación del Departamento de Abrochamiento Ejidal, quien gustoso aprobó la propuesta.
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17Archivo Personal/Marte R. Gómez/1927, en adelante (AP/MRG/1922),
Conoció al Lic. Miguel Mendoza López cuando, en 1922, este ocupó el cargo de Secretario General de la Comisión Nacional Agraria. Iniciándose desde ese momento una buena amistad que posteriormente le permitió exponerle los problemas que veía en los ejidos y su propuesta para atenderlos. Del reparto ejidal, Marte decía lo siguiente:
En esos tiempos de la Comisión Nacional Agraria era la autoridad suprema en materia agraria. El general Obregón había intensificado el reparto agrario de tierras durante los primeros años de su gestión. Siendo yo Director Auxiliar de la Comisión Nacional Agraria, me llamó el Ministerio y le expliqué que, a mi modo de ver, si la Reforma Agraria iba a tener éxito, ello sería porque no nos conformaríamos con repartir tierras sino que vigiláramos que esas tierras se trabajaran bien, y que su cultivo contribuyera al bienestar económico de quienes las hubieran recibido, es decir, que la Reforma Agraria de México no decía: "¡Aquí está tu ejido! ¡Adiós!" sino que esto era más que el principio.18
El conocimiento que el Ing. Gómez tenía sobre la literatura socialista relacionada con cooperativas agrícolas interesó al Lic. Mendoza, al grado de encargarle un proyecto que pudiera aplicarse en los ejidos. Este proyecto fue aprobado el 1º de enero de 1923, cuando se creo el Departamento de Aprovechamiento Ejidal del cual fue Jefe el propio Marte R. Gómez.
Para normar el funcionamiento de dicho departamento, preparó el texto de lo que fue la circular No. 51 de la Comisión Nacional Agraria, que constituye el primer intento de colectivización que se registró en México.
Pensaba evitar que los ejidatarios que no tenían recursos para producir sus tierras cayeran en manos de agiotistas.
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18James W. Wilkie y Edna Monzón de Wilkie. México... op. cit. 1969. p. 100
Inició sus actividades con un comisionado por entidad. Con enorme pesar, a los pocos días de gestión renunció al cargo.
Ramón P. de Negri, al ocupar la cartera de Agricultura, como Subsecretario Encargado de Despacho, nombró al Ingeniero Marte R. Gómez, Director de la Escuela Nacional de Agricultura.
Paralelamente a sus actividades laborales, se interesó por participar en la Organización del Primer Congreso Nacional Agronómico, celebrado en septiembre de 1921, en el salón de actos de la Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos Electricistas, ubicada en la Ciudad de México.
La importancia de este primer Congreso Agronómico fue el acta de bautizo para los Agrónomos Revolucionarios, quienes habían participado en distintas Comisiones Agrarias.
Y ahora, agrupados en la Sociedad Agronómica Nacional, seguirían con el reparto agrario, afectando los latifundios herencia del porfiriato que, según el ingeniero Gómez, frenaban el progreso del país y era necesario poner en marcha la Reforma Agraria para calmar el descontento social.
Dominado por la corriente agrarista, el Congreso dio a Marte R. Gómez la Comisión de Intereses Profesionales.
