Prólogo




Los hombres de trabajo no esperamos para nuestra obra,
otra recompensa que la gratitud, y esto es lo más grande
que la vida puede ofrecernos, gracias, pues, desde lo más
profundo de mi corazón.


Marte R. Gómez


          El presente trabajo es una Semblanza de Marte Rodolfo Gómez Segura, cuyo interés radica en vertebrar la información dispersa y parcializada, sin pretensiones exhaustivas, dado que es una fase impostergable para sistematizar sus abundantes escritos y cartas, presentadas magistralmente por el Colegio de Postgraduados, artículos hemerográficos, documentos personales en poder de su familia y sus palabras vertidas en entrevista con los Wilkie.

          Una vez organizada la información, la otra tarea consiste en esbozar su pensamiento visto en conjunto y en perspectiva. Es tal la pretensión que guió al equipo de investigación que acometió la obra en forma de conjunto de ensayos secuenciados. Queda para otro momento la pretensión analítica en forma biográfica, que realice comentarios críticos respecto de la obra interpretativa de otros autores. Tal es el propósito, sus alcances y fronteras.

          La obra de Marte R. Gómez es inmensa, consiste en escritos, documentos, artículos periodísticos, fotografías, entrevistas (personales y de su familia), obras materiales. Se puede decir que comienza en las labores topográficas en Morelos y luego en Yucatán, adquiere forma escrita en la Comisión Nacional Agraria, luego en la Escuela Nacional de Agricultura, en frescos, diseños, edificaciones, en una serie de oficinas públicas ya como Gobernador o Ministro, en sus obras históricas o literarias, en la prensa, en oficinas internacionales sea en Embajadas o en el Comité Olímpico Internacional ( a la mejor hasta en los Servicios Secretos o de “Seguridad” de no pocos países), en su Rancho de Glera, en la Compañía Worthington, en hospitales, y no paró sino hasta el año de su muerte. Si no escribió en el hospital fue porque perdió el conocimiento. La mente de muchas personas lo recuerda intensamente. En otras palabras, es vasta la obra y el trabajo de recopilación debe ser arduo.

          Es de los pocos personajes cuya trayectoria acompasa la vida nacional y a menudo ayuda a formar parte de la comprensión. Siempre figura en el reparto y en el escenario, no desaparece de él; aunque en tres ocasiones tuvo que recurrir al retiro o al exilio político para eludir los ataques de los que lo involucran en graves conflictos de trascendencia nacional, ya para cortarle su carrera política o impedir que su nombre figure como presidenciable.


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          La férrea disciplina paterna le marcan su vida, lo forjan como un hombre de temple, organizado y sistemático, modesto, disciplinado, leal, obediente, don de mando, responsable algrado de culminar lo que emprende, cariñoso, amable, respetuoso, sobresaliente, falto de envidias y de rencores. Tales principios moldearon su personalidad.
          Marte R. Gómez se consideró un hombre honesto y sencillo. Como masón de convicciones pensaba en la confraternidad humana. Esta postura, sumada a la formación agronómica lo encaminó con la visión primordial de lo agrario, que fue su preocupación vital.
Conocedor de obras socialistas y de la obra de Jesús de Nazareth, pensaba que no había necesidad de teorizar, más bien era momento de actuar. Siempre mostró proclividad técnica que maneja magistralmente, gracias a su especialización en hidráulica lo hacían un pragmático.
Aunque desde joven descubrió el poder literario y procuró ampliar su horizonte humanístico, sus escritos denotan a un hombre culto que manejaba con propiedad la pluma.

          Participando como topógrafo en las Comisiones Agrarias del Sur descubrió que la formación agronómica no respondía a las necesidades del medio rural. Como director de la ENA, su alma mater, procuró modificar la enseñanza, convencido de la necesidad de formar agrónomos para el Estado, dispuestos a la aplicación del reparto agrario y la organización social y política. Entonces identificó revolución con reparto de tierra; no obstante, juzgaba que esto era insuficiente porque la tierra sin crédito, infraestructura, implementos e insumos, no emancipaba al campesino, lo dejaba en manos del agiotista. Pero no era tan fácil acomodar una cosa con la otra, había que proceder por etapas. Primero la revolución agraria y después la revolución agrícola. El consumador de la primera etapa fue Cárdenas. Él y los agrónomos se jactaron de haber iniciado la segunda a partir de 1940. Incluso esta última etapa la estimuló en su carácter de gerente de una empresa extranjera fabricante de bombas hidráulicas para regar tierras.


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          Su vocación técnica sirvió para realizar cosas útiles, no se consideraba un político aunque actuaba como tal. Su compromiso lo llevó a las filas zapatistas, en donde aprendió la vocación agraria, aunque después tal paso lo consideró un error dada su participación en el bando equivocado para la realización del ideal agrarista.

          Por su actuación en la Comisión Nacional Agraria le identificaron con el obregonismo. Pero sobre todo era un portesgilista identificado con el proyecto tamaulipeco. Colaboró con el callismo en puestos públicos aunque fue antimoronista. Su actuación como diputado fue muy importante para sobrepasar la crisis política originada por el asesinato del candidato electo Álvaro Obregón.
Junto con grupos de diputados civiles fomentó –a su juicio – el obregonismo pro-callista para refrenar a los radicales obregonista anti-callista, permitiendo la aparición del Maximato.
Su líder –como él decía – el Lic. Emilio Portes Gil, se hizo cargo del proceso de conciliación transitorio, con el carácter de Presidente Interino.
          Resultó marginado del espectro político al achacársele ser parte de la conspiración de asesinato en contra del presidente Pascual Ortiz Rubio. Retornó a la vida política en la coyuntura de la presión popular debido a la crisis económica de 1929 a 1932 de los obreros y, sobre todo, de los campesinos, de las Ligas de Comunidades y organizaciones agraristas que dieron origen a la Confederación Campesina Mexicana, dirigida por Graciano Sánchez (amigo de Marte); fueron la presión suficiente para modificar la redacción del Plan Sexenal con un sentido más social y nacionalista.
Marte R. Gómez es exiliado cuando el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas lo designa Ministro ante la Sociedad de Naciones. Una vez pasado el conflicto Calles-Cárdenas, el grupo portesgilista lo recupera como gobernador de Tamaulipas, dada su trayectoria agrarista que es el punto de coincidencia con el régimen cardenista.

          La situación interna e internacional, del “radicalismo” cardenista le persuaden a moderar el agrarismo y echar a andar la segunda fase: la revolución agrícola. Es por ello que acepta colaborar con el carácter de Secretario de Agricultura, con un gobierno conservador como el del general Manuel Ávila Camacho que inicia la rectificación agraria y capitaliza la revolución agrícola a favor de la propiedad privada capitalista.


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          El fin de su carrera política llega cuando le imputan el haber permitido la introducción de la fiebre aftosa. Junto con Marte se va dando el largo ocaso del grupo portesgilista. Entonces permanece la capacidad técnica y diplomática, la personalidad de Marte R. Gómez, quien continúa ocupando cargos estratégicos en las administraciones siguientes. Al no formularse nuevas opciones a la revolución verde, a Marte no le queda más recurso que criticar a los agrónomos por no pensar tecnocráticamente, por buscar el poder político y no por ganarse los puestos con capacidad profesional.

          La línea de pensamiento de Marte R. Gómez tuvo un prolongado florecimiento y vigencia, se desvirtuó con la rectificación avilacamachista y se agotó junto con la revolución verde. Su trascendencia se debe a la posición agraria de corte humanístico, reivindicador del agricultor humano, del manifundista privado y ejidatario a quien deseaba verlos unidos colaborando en cooperativas. En este sentido muestra más vigor que muchos jóvenes egresados de escuelas agronómicas de nivel técnico superior, que ojalá abreven sus enseñanzas y asimilen su espíritu.
Marte R. Gómez tuvo el tino de mostrarse como un hombre sencillo y modesto, con sus virtudes y defectos.


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